Siempre buscamos lo malo, eso malo que nos hace tan bien aun haciéndonos tan mal al fin y al cabo. Es casi como una droga, te hace ver todo perfecto, te hace sentir bien, te hace creer por un momento que podes ser feliz sin importar lo que pase en el mundo real, pero cuando el efecto se va, cuando dejas de ver las cosas de colores, te das cuenta que no es así, que tu vida, flaca, flaco, no es un videoclip de Rihanna. Cuando despertas de esa felicidad artificial, cuando volves a la realidad, te das cuenta que el amor, asi como te puede hacer sentir mariposas en el estomago, te van consumiendo por dentro, te van volviendo mas y mas dependiente de esa persona que con solo un abrazo, un beso, te alegra la vida. Obviamente, en el momento, es lo mejor del mundo. Pero cuando eso termina, cuando de un modo u otro ya no es así, la dependencia prevalece, y no podes hacer nada, lo necesitas, la necesitas para ser quien eras, para sentir que vale la pena despertar solo para ver su sonrisa, para disfrutar la vida. Quizás lo que digo es erroneo, quizás no, cada uno elige si dejar entrar mariposas, o no.
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